martes, 18 de octubre de 2011

PEDALS DE FOC: DAYONE


1.0: Empezamos… o no!


El primer día, a pesar de habernos levantado a las 7:30 de la madrugada (o incluso antes), no nos montamos en la bici hasta las 10:30. Si, nadie dijo que fuese fácil y los comienzos siempre fueron complicados. Para algunos, como el caso de Jimmy, las cosas se torcieron desde el inicio al enterarse que además de nosotros 7 había hasta 18 excursionistas llevando a cabo la misma ruta! Y es que Jimmy no quiere ver a gente. Jimmy sólo quiere estar solo con la montaña, las cabras y el silencio. Bueno, eso o en Liberata con mesa, botellas y rodeado de tías, también le vale…

En primer lugar tuvimos que abandonar la casa de Bruno, ir al hotel a dejar las cosas, desayunar como marqueses (allí nos cruzamos con un grupo tan numeroso como el nuestro pero que iba a realizar la aventura en 4 días para alegría del Conejo) y salir pitando. Bueno, tan pitando no, porque Gus se dejó el camelbag con todo en algún sitio (luego dedujimos que se lo dejó en casa de Bruno). Este incidente nos retrasó un poco, aunque lo peor vino luego, cuando Gus, again! comprobó como su rueda tubeless, a pesar de los esfuerzo de que sellara el día anterior, volvía a estar por el suelo. Al final nada, tocó cambiarla y el infortunio volvió a cernirse sobre él. Se rompió el pitorro (si, creo que es el nombre técnico) y su rueda volvía a estar vacía. Qué hacer? Porque claro, era el único que calzaba una 29er y no había más repuestos. Pues bien, meteríamos una normal de 26", la de toda la vida.

De manera sorprendente la cosa funcionó aunque me vino a la mente una frase clásica para cualquier actividad deportiva que se precie: Nothing new on marathon's day… Que vale para cualquier competición y que equivale a que los experimentos con gaseosa: el día D, a la hora H tienes que tenerlo todo probado.

De cualquier forma, abrigados hasta las cejas porque llovía aguanieve y el frío era helador, nos pusimos en marcha.

1.1: Bajamos… Más bien andamos (menos Bruno!)

Desde el primer momento nos dimos cuenta de una cosa: El roadbook no había que perderlo de vista. Tras subir un par de kilómetros por un terreno escarpado, nos paramos para darnos cuenta de que íbamos en la dirección equivocada. Vuelta a empezar y varios kilómetros extras. Nos centramos y cogemos la senda buena, vamos allá!
El primer tramo era todo de bajada. Algo facilito para entrar en calor, si bien el frío no presagiaba nada bueno. Caminos y más caminos y las primeras paradas para hacer fotos. Es cierto que me empiezo a impacientar. Fotos ya? Señores, queda mucho para llegar a la primera parada.

Seguimos bajando y pronto nos damos cuenta de otra cosa más: La Pedals no iba a ser un camino de rosas. A pesar de que todo era bajada, el camino tenía trialeras y más trialeras; nuestra media era ridícula y tras más de tres horas llegamos al primer punto de control.
El MVP en estos primeros tramos, Brunito, que como bien dice, "lo que Dios no me dio en las piernas me lo dio en los brazos…" Cómo baja el cabrón…




Así que, con todo, sólo habíamos recorrido unos 20 kms, y quedaba lo peor! Nos pusieron nuestro primer sello en Vialler y claro, por el trabajo bien hecho, bocadillito y cervecita pal pecho. El bocadillo c*jonudo, si, pero quedaba todavía un mundo...

1.2. Primera ascensión...

Nos ponemos en marcha de nuevo. Un primer puerto brutal, con bastante desnivel y la cosa se pone ya más dura que el trasto de Nacho Vidal! Se forman los grupos que nos acompañarían durante todo el viaje salvo excepciones:
Gus y Jimmy como líderes en la ascensión. Detrás yo, con mi ritmo, seguido de Azqueta y Veleti (no necesariamente en ese orden ya que Azqueta maneja las sensaciones y en algunos casos seguía hasta a Gus). En último término, muy igualados, los Nogués, Bruno y Currito, Currito y Bruno, con un ritmo más pausado pero seguro. Lo que está claro es que cuando llegaban las bajadas, los primeros arriba, sobretodo Gus y yo, íbamos a ser los últimos bajando. Gus, además, maneja buen vértigo. Algún punto débil tenía que tener nuestro Ironman, no?
Una vez arriba, en lugar de coger el camino oculto que aparecía en el roadbook, nos marcamos una bajada espectacular hasta darnos cuenta de que volvemos a estar perdidos. Grandísima la escapada que nos obliga a bajar más y seguir hasta el pueblo anterior donde nos indican que hemos hecho el clásico de casi todos los grupos. Da igual, la bajada ha merecido la pena y subimos por la carretera para llegar al pueblo que veíamos en el mapa e iniciar la ascensión por carretera.

1.3: Segunda subida: Que el ritmo no pare...


Retomamos la ruta y nos encontramos con una subida rompepiernas. Las piernas nos flaqueaban más que a Jenna Jameson tras un duro día de trabajo… Alguno nos vemos bastante bien y se forman de nuevo los diferentes grupos. La idea es ir cada uno a su ritmo. Afortunadamente nadie pierde mucha comba por lo que seguimos subiendo. Es dura, si, pero hay que hacerla porque luego queda otra subida antes de llegar y Currito, conocedor del recorrido, nos anuncia que además, la última subida es la de mayor desnivel.

Nos vamos dosificando. La cosa se complica un poco pero merece la pena disfrutar subiendo y contemplando los paisajes. Segunda subida conseguida, descanso merecido y segundo punto de control en Casa Joanot, (Irán). Nos atiende una mujer súper simpática que nos dice que no nos queda nada, que en tres horas, tres horas y media estamos ahí. Me tranquilizo. Son las cuatro de la tarde y llevamos la mitad del camino.

En ese punto nos encontramos con otros excursionistas muy relajados. Si, hacían lo mismo que nosotros pero en cinco jornadas. Para tranquilidad del Jimmy no les volveríamos a ver. Sólo quedaba una subida y llegábamos a casa, vamos equipo!

1.4: Tercera y última subida.. Las rocas del diablo!

Aquí llegó el desastre. El siguiente punto de control estaba relativamente cerca, en Castellars, que estaba a unos 15 kms y además sin mucha subida. Así que nos relajamos un poco. Faltaba, tras llegar a ese punto y sellar, la última gran subida, que además de tener más desnivel que ninguna de las anteriores, nos esperaba con un terreno muy irregular, con piedras pequeñas y muy incómodas. Le damos al pedal y empezamos a estar más nerviosos que Charly Sheen cuando le para la policía un viernes. El equipo sufre y muchos componentes se tienen que bajar de la bici en más de una ocasión. Para arreglarlo, además del cansancio, la subida parece eterna y cuando llegamos al final, nos encontramos con una pequeña bajada y después un ascenso demoledor para terminar. Parecía que no acabaría nunca.

Como nota curiosa decir que el bueno de Currito, a priori el que peor preparado iba, nos sorprendió a todos llegando al punto casi más alto en el pelotón de cabeza. Me confesaría después que la bici se había comportado muy bien, que estaba sorprendido. Equipo Santa Cruz, como son… Yo además, como soy un genio, me dejé el camelbag en una parada por lo que me tuve que hacer muchos metros extras en solitario. Good move Tony!

Para colmo, la bajada tampoco la pudimos disfrutar porque el terreno era igual de irregular e hijop*ta que en la subida. Bajamos a dos evitando la caída, frenando sin descanso hasta encontrarnos con el pueblo de referencia en el mapa y con una carretera convencional. Menos mal!


Cuando ya veíamos el final de la jornada nos dimos cuenta de que se iba a cumplir una máxima de nuestras excursiones: llegar siempre de noche. La temperatura, todo hay que decirlo, había mejorado bastante con respecto a la mañana e íbamos algo abrigados pero sin frío. Nos ponemos los frontales, los que tenemos, claro, y para abajo...

1.5. El descenso (de verdad): Al fin...

Bajamos por la carretera, todos en equipo de camino a la primera y merecida parada. No es de noche todavía pero ya ha oscurecido bastante, aunque se ve bastante bien con la luna. Las piernas se relajan, los músculos descansan… Las bicicletas bajan como una serpiente por esas carreteras en las que no vemos ni un coche y llegamos, tras 10 horas en la bici, a Les Eglesiès, Casa Battle. Eran las 20:20 de la noche. Último sello de la jornada y prueba superada.

Cenamos bastante cantidad y calidad, con muchas, muchas ganas. Una birras y un buen postre. Estábamos muertos pero Brunito y yo decidimos mirar el roadbook para no tener sorpresas. Al mirar el itinerario con detalle, la primera en la frente. Cómo que no paramos en Espot? Como que seguimos hasta otro pueblo que es Son? Como que dormimos aún más lejos? Otros 20 kms por la patilla? Más de 90 kms, según V de Veleti la organización así lo disponía, no había nada más que hacer. Estaba claro que al día siguiente quedaba lo más duro, aparte del Triador... Con esos pensamientos en la cabeza, nos fuimos a dormir.

(Continuará...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario