lunes, 12 de septiembre de 2011

En bici (bueno, en hierro más bien) por las Palmas

Durante las vacaciones no es conveniente dejarse llevar y abandonar del todo el mundo deportivo. Los pros, a los que espero no pertencer nunca, lo llaman "descanso activo".

Con esa idea en la cabeza aterricé en Las Palmas con la sana intención de tomar el sol, descansar y ver a mi familia. Cuál fue mi sorpresa al encontrar en funcionamiento la bici de montaña que mi padre, como una mujer o un informático cualquiera, se compró hacía unos años para hacer como que hacía deporte. Me entendéis, no? El caso es que la rueda estaba completamente torcida así que aflojé el freno trasero para que no rozase, la engrasé debídamente y me recorrí algunos de los bellos lugares de esa isla afortunada. 

La avenida marítima mide, desde la playa de la Laja que se encuentra hacia la zona sur, hasta el club Naútico, exactamente 12,5 kilómetros. Si, lo he medido con mi nueva chuchería tecnológica: Un Sony Ericsson Xperia Arc de última generación. Mi desarrollo era, durante el 95% del recorrido hacía el sur el plato grande y el piñon pequeño y el mismo piñón pero el plato mediano cuando iba en la otra dirección. Y cómo es eso posible? Misma avenida, misma llanura a nivel del mar y tanta diferencia de desarrollo? Pues si, mis queridos amigos. He comprobado con estupefacción y asombro el poder del viento y el porqué, en las míticas crónicas ciclistas, se menciona el riesgo de que se formen los temibles abanicos. El poder de los alisios que soplan con fuerza convierten que la ruta sea dos caras de la misma moneda. He considerado muy seriamente, para próximas visitas, comprarme una fixie. Total, parar ir con 1 marcha y sin freno de atrás pues por lo menos voy a ir molón, no?

Mi casa se encuentra más o menos en medio de los dos puntos antes mencionados por lo que rodaba hasta la playa de la Laja, observaba un poco el paisaje y la escultura de corte homosexual cortesía del alcalde (también homosexual) y recorría esos 12-13 kilómetros hasta la playa de las Canteras. Una vez allí descansaba, leía el periódico y después volvía a casa a toda prisa cortesía del alisio


El detalle de la escultura, como podéis ver es dramático. No podéis apreciar el tamaño pero mide algo así como 8 metros. El "miembro" que le cuelga es de tipo "oso hormiguero". Es normal teniendo en cuenta la inspiración marítima y clásica. No, no quedaría nada bien el llamado "casco alemán".

Sin embargo, el sábado antes de irme decidi seguir pasado la playa, por la avenida del otro lado, la de la playa propiamente dicha. Esta avenida te lleva a la Isleta, antaño lugar de chabolistas y gente marginal, hoy felizmente reconvertido en lugar de relax y asueto de gente marginal y semi chabolistas. Si, canarios.



Así que tras comer en la Marinera invitado por un amigo de mi padre, y con mi vino y mi gin tonic en el cuerpo, me subí a mi caballo de hierro del malo y enfilé lo desconocido. Lo que me encontré fue bastante espectacular: paisajes desérticos, acantilados de vértigo y rutas más o menos complicadas que me obligaron a emplearme a fondo y, en algunos momentos, a descabalgar y a ir andando por esos montes sin dueño. Como nota curiosa comentar que llegué a una zona militar lo que me obligó, además de a darme la vuelta, a bajar de la bici y entonar el himno de España con toda la emoción y sentimiento que ello exige.


Y en estas que estaba de regreso, ya de vuelta a la avenida y a la civilización, cuando pasé por delante de un bar donde un tipo tocaba la guitarra. Frené un poco, ya que la canción me sonaba. Era el clásico españolizado de "Sonno un italiano" o "L'italiano vero" del mitiquísimo Toto Colugno.
El lugar, en medio de un acantilado era agradable, así que me paré un segundo y decidí bajar a darme un baño, tomarme una cerveza y de paso escuchar al tipo..


Y así pasé la tarde, escuchando canción tras canción, temazo tras temazo, porque tras ese hit el tío se marcó canciones de la Guardia, Loquillo, Duncan Dhu, Antonio Vega, Fito y un largo etcétera de temas que forman ya parte del imaginario de toda una generación. (TO-MA-YA-FRA-SE-HE-CHA y cerosesenta! Así, todo seguido). Y asi, sorbiendo mi cervecita y mi existencia pensaba para mis adentros: qué agradable es el relax, las cervezas, mirar el culo a las chavalas que pasan por la avenida y qué coñazo debe de ser entrenar para un Ironman!!
 

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