viernes, 29 de julio de 2011

Triatlon Sierra Nevada 2011

Crónica del triatlón olímpico más largo de mi vida (llevo 2!)- Sierra Nevada 2011
(Cortesía de Diego Fernández-Elices alias "Veleti")

Hola a tods,

Os suelto una crónica de dos folios de triatlón de este fin de semana. Ayer me ví con ganas de escribiy y hoy me veo sin ganas de resumir, así que siento el coñazo, pero ahí va para que lea quien quiera!

Este fin de semana he estado con Álvaro, un amigo de la oficina, en la primera edición del triatlón de sierra Nevada. Es una prueba con un perfil salvaje y para que no todo lo que suba, baje, la T1 y la T2 están en lugares diferentes. La primera, en el pantano de Canales y la segunda, en la estación de Sierra Nevada. La web del organizador http://www.granadasierranevadatriathlon.com/index.html dice que es el más duro del mundo y desde luego, hemos comprobado, que si no lo es, debe estar muy cerca (entre los de su distancia, claro!)

El sábado nos despertamos en Sierra Nevada, desayunos unos molletes con tomate y nos preparamos para estirar las piernas. Volvemos a por las bicicletas y bajamos 15 km de puerto para luego subirlo al tran-tran, sin cansarnos demasiado, que hay que guardarlo todo para el día siguiente.

Por la tarde, metemos bici, caso y zapatillas en el coche y vamos a dejarlo todo al box de la T1, en el embalse de canales. Nada más llegar, primera sorpresa. Lo del “al lado del embalse” es un tema muy relativo. Mañana cuando salgamos del agua nos espera 1km de transición por un camino de arena y piedras con una pendiente de más del 12%. Con razón la organización recomendaba un segundo par de zapatillas para hacer esa transición!

El ambiente en el box era de lo más curioso. Esto se parece más la estantería de los antiguos Madelman o los nuevos Action Man de la sección que a cualquier otra cosa que hayamos visto. Combinación curiosa de tíos más apretados que las tuercas de un submarino,  porcentaje altísimo de “quillos” que con medias de compresión y chanclas, camisetas de finisher de Iron man con miles de patrocinadores, gorras de correr…que alguien les explique que la carrera es el día siguiente, no dentro de media hora!  En la cola para entrar en el box a dejar las bicicletas, todo el mundo habla de triatlón, de las miles de pruebas que han hecho y de que esta será la más dura de su vida (para esa distancia, claro). Todo esto con acento granaíno se hace un poco raro, pero empezamos a sentirnos los bichos raros de la carrera. Álvaro se da cuenta de que apenas hay 6-10 piernas con pelos por la zona. Dos son suyas y otras dos las mías. Confirmado que en este sitio, los bichos raros somos nosotros!

El paisaje del Pantano de Canales consigue que me replantee mi actitud hacia Sierra Nevada. Hace más de 8 años juré no volver a esquiar a un sito que en invierno tiene más plancheros fumando porros, marroquís con el top manta y quinceañeros borrachos que deportistas con ganas de esquiar, pero debo reconocer que sin todo eso, la estación mejora mucho y no creo que vuelva en invierno, pero igual la critico un poco menos.

Subimos de vuelta a Sierra Nevada y dejamos las zapatillas para la carrera a pie, una gorra y un gel en la T2 (situada en la plaza de Pradollano) y vamos a cine de la plaza, donde se celebra el briefing de la carrera. Son las 21:00 y la juez de la federación nos informa de que esta mañana a las 7, la temperatura del agua en el pantano de Canales era de 11ºC, lo que supone que si no sube al menos 4, el día siguiente, el uso del neopreno será obligatorio.  El cabreo que nos agarramos Álvaro y yo es fino. Nos acordamos de la madre del organizador, que sin tener en cuenta las normas de la federación había publicado en su web que el agua estaba bien y que esperaba que el neopreno fuera voluntario, pero no obligatorio. A las 21:15, cogemos el coche camino del Corte Inglés de Granada para comprar algún neopreno chungo que al menos nos permita competir al día siguiente. A las 22:05 pagamos 25€ por un shorty marca Tijuana con el que no hay quien mueva los brazos, pero con eso, al menos nos aseguramos de que mañana tenemos carrera!

Llega el día de la carrera. Despertador a las 5:15, desayuno, ducha y a por el autobús que nos llevará al pantano, que sale a las 6:00. Es noche cerrada y Álvaro se empeña en intentar calcular cuanta gente en el mundo estará a esas horas haciendo lo que hacemos nosotros a esas horas y cuanta gente estará de copas. Incluso intenta calcular la gente que habrá de copas cuando nosotros hayamos terminado de nadar 1.5 km.

Recorto las mangas del neopreno con ayuda de un señor de al menos 60 años que recuerda como hace 20 años él también le quitaba mangas a neoprenos de surf para poder nadar con ellos. Nosotros sí que éramos “hombres de hierro” con esas bicis y esos trajes… aunque hoy vais a tener lo vuestro!

Se acerca la hora y los nervios van en aumento, me pintan el número 478 en el brazo y pierna izquierdos y caminamos el km. de bajada entre el box y el agua con una sensación extraña: ansiedad por empezar cuanto antes y dudas por el lío en el que nos hemos metido.

Salen primero los del triatlón largo, 10 minutos después, un ciego de unos 40 años, que se lleva la ovación que se merece. Más de 400 personas le aplauden y el tío no cabe en su sonrisa. Ese es el espíritu de superación de este deporte!

Por fin empiezo a nadar y confirmo las malas sensaciones que tuve en el único triatlón que he hecho antes que este. No entiendo por qué, pero nada de la técnica de natación que aplico en la piscina parece funcionarme. Necesito respirar más ves y parece que avanzo menos, pero al final termino los 1.5 km en 27 minutos. Mejor de lo esperado cuando estaba en el agua, la verdad.

Me tomo con calma la transición para esperar a Álvaro, que ha nadado más despacio que yo, pero decido empezar la carrera y ya me cogerá en la bici. Nada más empezar a pedalear, una rampa brutal para salir del pantano y llegar a la carretera, pero en poco más de 1 km, estoy bajando a más de 60 km/h hacia Granada. En el km 15 la carretera empieza a tirar para arriba y aflojo para que llegue Álvaro, porque queremos hacer la carrera juntos.  Me coge muy pronto y empezamos a subir juntos. Después de 3 km de subida suave, pasamos Monachil y nos enfrentamos al puerto del Purche http://www.altimetrias.net/aspbk/verPuerto.asp?id=372 ,12 km de subida con rampas de hasta el 14%! Se hace muy duro, pero entre la ayuda de Álvaro, el piñón de 28 dientes que monté la semana pasada y mucho zig-zag, llegamos arriba. Lo peor ha pasado y ya sólo nos quedan 15 de subida por la carretera principal para llegar a la estación. Cuando ya se ve la estación, sabemos que vamos a ser finishers! El último falso llano me parece más falso que nunca y necesito ponerme un rato a rueda de Álvaro. No pienso en llegar arriba. Pienso sólo en que no haya más de un metro entre su rueda y la mía y así, llegamos al box de la T2.

“Sólo” nos quedan 10 km de carrera a pie. Los 5 primeros van entre las urbanizaciones de la estación y  nos llevan hasta mucho más arribad del CAR, por encima de los 2.500 metros de altura. Esto no parece la carrera a pie de un triatlón “olímpico”, sino un maratón de montaña. Intentamos correr, pero las piernas cada pierna pesa una tonelada y la altitud se nota mucho. Llegados aquí, se trata de llegar! Trotamos 200 metros y caminamos 800 y así 3-4 veces hasta agotar los 5 km de subida. No hemos venido a hacer tiempo!. Me llama la atención que casi todos los corredores se convierten en caminadores en ese sitio y sólo nos adelantas 1-2 personas en la subida. Al coronar, ya sí que no hay duda. Esta carrera la terminamos! Empieza la bajada y por fin podemos correr sueltos a un ritmo razonable de 5 min/ km, pero dura poco. La pendiente hacia abajo se vuelve muy pronunciada en algunos sitios y con tanta piedra suelta, hay que evitar que un esquince de tobillo nos haga fallar. El último km lo hacemos casi en llano y otra vez podemos correr sueltos. Al ver la meta, nos pone una sonrisa en la cara y apretamos un poco. El reloj marca 4h30’… cuando hace unas semanas, con avería incluida había hecho menos de 3 horas en un triatlón de la misma distancia!

Nada más cruzar la meta, el comentarista, nos recuerda que no hay una fórmula objetiva de calcularlo, pero que sólo 1 ó 2 triatlones en los Alpes pueden tener un perfil parecido al que acabamos de terminar. La sensación de haber terminado una prueba tan dura es muy placentera, pero sólo al llegar a casa y empezar a escribir esto recuerdo los detalles, los momentos de sufrimiento y me da realmente el subidón!

Llego a casa sobre las 20:00, escucho “cuando fuimos los mejores”, de Loquillo y me bajo a estirar a la piscina.

Todo lo que he escrito, es por haber hecho algo menos de la mitad de lo que han hecho los finishers del recorrido largo. Pienso lo fácil que es sumar tiempos y distancias sobre el papel y lo sencillo que resulta decir que un Ironman es “sólo” la suma de 3.8 km nadando, 180 en bici y un maratón a pie.  Ahora respeto y admiro más el sacrificio que eso supone. Como esa no me mi guerra, no le doy muchas más vueltas, pero si me ronda por la cabeza el nombre de un buen amigo que en menos de 9 meses se enfrentará a ese gran reto, partiendo casi de cero. Espero que lo consiga, pero no puedo evitar pensar que no sabe en el lío que se ha metido.

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