jueves, 4 de agosto de 2011

Correr por el Retiro

Como buen machaca de palo, esta semana he potenciado mi entrenamiento exigente y pro yéndome a correr al Retiro. Si, sé que no es la mejor manera de preparar un triatlón pero yo no estoy aquí para preparar ninguna de esas carreras populares. Mi vida social y el mundo de la noche me absorbe de una manera mucho más intensa y no tengo tiempo.
Lo que si que puedo hacer es dar algunos consejos técnicos, ya sea para los que quieren correr en plan pro como para los que quieren empezar a trotar.

El punto inicial a la hora de practicar cualquier deporte es lo que se conoce como OUTFIT o LOOKDEPORTIVOTOTAL. Yo para correr considero que es imprescindible el uso de unas buenas zapatillas. Yo tengo unas Mizuno que debo renovar pero que están bien. A partir de ahí, para correr por lo menos, lo demás es aleatorio y no tan importante, desde el punto de vista deportivo, pero si desde el punto de vista estético. Como iba al retiro y la posibilidad de que me viera la gente era alta (en torno a un 101% en el retiro) pues me decanté por un LOOKFULLNIKE (Salvo por el hecho de las zapas mencionadas). El look se componía de: camiseta Dri fit de Nike azul con mangas; pantalón negro nike; gafas de sol de correr NIKE; calcetines blancos Nike.

Había quedado allí con una perica así que tuve que esperar, como siempre, porque las mujeres se hacen esperar como el buen vino cuando lo descorchas; como el Hagen Dasz cuando lo sacas del congelador; como es mueble de Ikea que te compras con toda la necesidad y luego hace falta que venga tu cuñado que es doctor en ingeniería para que te lo monte.

Así que llegó ella, con su ropa de correr y su melena delicadamente recogida en una coleta. La veo, nos besamos apasionadamente y veo que saca un iPod del bolsillo y se introduce unos minúsculos auriculares en sus oídos. Y yo me quedo con cara de sorpresa. No sé porqué me había dejado el iPod en casa pensando que iba a correr con ella y por lo tanto a hablar. No mucho, pero si dar algo de conversación ya que suponía que ella iría a un ritmo suave. Y no sé, me hice esa película. Así que nada, con las mismas sube el volumen y empieza a trotar dejándome allí solo.

Se me quedó cara de asombro pero ya no había marcha atrás. Empecé a correr, la adelanté y me vi sumido en el bucle circular del retiro con la expectativa de una horita en el silencio más absoluto. Bueno, el silencio mental porque podría oír mis pisadas, mi respiración y mi conciencia retumbando durante todo el recorrido.

Así que empecé a correr y a analizar, cual Murakami en su libro "de que hablo cuando hablo de correr" a todas las personas que perdían su tiempo haciendo lo mismo que yo.
He de decir que el Retiro es un sitio variopinto, bonito y diría que único en su conjunto pero no es un sitio para correr. El terreno es irregular, no hay rutas y hay mucha, mucha gente. Gente que corre bien y gente que corre mal. Gente que nunca ha corrido y van compungidos y resoplando y piensas que probablemente dejen de correr pronto. Gente joven y también gente mayor. Pocas mujeres, siempre hay pocas mujeres en cuanto a deporte se refiere. Desde luego casi no veo a niñas jóvenes. El deporte para la mujer en España suele llegar con la menopausia, cuando ya es demasiado tarde.

Veo gente guapa y bastante gays. Estos me miran de vez en cuando y con uno en concreto me cruzo dos veces. Buen brazaco, si señor y buenas Nike. A pesar de todo, como decía Cesar Strawberry de Def Kon Dos, "aunque desde pequeño me ha fascinado el ambiente cargado de los gimnasios, tíos en gayumbos sobacos sudados, pelos negros retorcidos en el baño y bla, bla, bla… " sigo siendo heterosexual.

Pues eso, que sigo corriendo. Siento mis pisadas, el aire que entra en mis pulmones y voy bastante cómodo. Aburrido pero cómodo. La primera vuelta la doy en algo más de 20 minutos pero me ha sabido a poco así que la segunda vuelta la hago en gran parte por fuera, ampliando el arco en un error que resultó fatal ya que tuve que dar la vuelta por el mismo sitio por donde había salido, además de encontrarme con un conjunto de coches oficiales y gente entrando que me obligaron a esquivar y parar el ritmo. En todo caso me sentí especialmente bien y, tras hacer la segunda vuelta y encontrarme con fuerzas y tiempo (habíamos quedado a las nueve en la puerta de salida) me recorrí en vertical hacia el lago del Retiro y vuelta al punto de partida.

Llegué a la hora señalada y mi bella y sorprendentemente deportista acompañante me hizo esperar, como no podía ser de otra forma. Sus mejillas rojas y su respiración entrecortada denotaban el esfuerzo. La abracé con fuerza y si, la volví a besar a lo que ella respondió: Déjame pesao, que estoy cansada!

Ay, mujeres!

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