Ayer iba a ir al fútbol pero el Glorioso jugaba a las siete así que no me daba tiempo con el lío que tenía. Me fui del trabajo agotado pero con la firme intención de ir al gimnasio, de muscular, de levantar hierro. Como había planificado fútbol no llevaba la ropa así que tuve que pasar por casa para cogerla. Llegué a casa con la intención de coger la bolsa de deporte y salir pitando.
Mi casa, traidora ella, me recibió con una temperatura perfecta, agradable. La pereza, la madre de t
dos los pecados, se apoderaba de mi por momentos. Es como el frío en la montaña, que te envuelve hasta matarte. Además había comido rápido y mal por la oficina, me dolía la tripa , estaba muy cansado y me fastidiaba el cuello de estar todo el día enfrente del ordenador. Excusas, excusas, excusas…
Vence a la pereza. Sal. Corre. Vive.
Así que me debatía entre coger la bolsa y largarme o quedarme ahí tumbado, sin hacer nada; ponerme una peli; hacerme algún trabajo manual… Quizás llamar a algún comodín de los míos o a esas dos lesbianas suecas tan agradables, amordazarlas, atarlas a la cama, y pasar un buen rato. Qué hacer?
Vence a la pereza. Sal. Corre. Vive.
Y no lo pensé más. Aparté todos los pensamientos de mi cabeza. Mente en blanco, como cuando estoy en una reunión. Me vestí, me puse el móvil en un bolsillo del chaleco y la música de dos grupos molones: Mumford & Sons y los míticos Matchbox 20. Por qué esos dos? Pues ni idea, para manejar este móvil son necesarias 600 horas en un simulador.
Vence a la pereza. Sal. Corre. Vive.
La calle me recibió con una bofetada de aire frío. Hijadeputa. Las temperaturas habían bajado algo. Sé fuerte, pensé. Sé un hombre (ejem!).
Corre. Corre. Corre.
Vence a la pereza. Sal. Corre. Vive.
Me dirigí hacia la ruta oeste hacia Valdebebas. Muy pronto, unos minutos diría yo, y me di cuenta de lo acertada de mi decisión. Una enorme luna me esperaba en lo alto de la colina. Una luna gigante que casi podía tocar y que me evocó ese discurso que os he enviado ya. “El hombre es capaz de hacer todo lo que se proponga. Fue capaz de colocar a un hombre en la luna sólo por el hecho de llegar dónde nadie había llegado antes”. Y por ganar a los rusos, todo hay que decirlo. El hombre y su determinación es capaz de todo.
55 minutos y casi 13 kilómetros después aterrizaba en mi casa con la sensación del trabajo bien hecho. Ducha, cena y Casablanca. Como diría Ingmar Bergman, son cañonazos o los latidos de mi corazón? No, no eran en absoluto los latidos de mi corazón. Eran el recordatorio de que sigo vivo.
Keep running!!!
Bonus track: Del disco de los Mumford & Sons (obra-maestra-absoluta) un tema, After the storm. Very inspiring!
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